Altercado callejero [Samantha Drogonif]

Blaise estaba irritado... Excepcionalmente frustrado e irritado... ¿Porqué? Bueno, no encontraba por ningún lado a Pansy, ese era uno de los motivos, pero otro, quizá más importante debido a que era más inmediato, era que, desde que había salido de las Tres Escobas, se había cruzado con un grupo de idiotas de Gryffindor que habían comenzado a seguirlo...
Los muy imbéciles de los leones se hacían los sigilosos. Querían hacerle creer que no lo seguían, no sabían que Zabini había detectado sus movimientos desde que prácticamente habían comenzado. Solo tenían que darle un motivo más, un simple motivo, para que el joven Slytherin montase en cólera...
Sus pasos lo guiaron hasta la estación de tren de Hogsmeade, que dado el día domingo y que era temprano por el mediodía, estaba algo desierta. No había trenes funcionando ni gente en los andenes.
Se paró justo en el borde un andén mientras observaba como las vías terminaban y se perdían en el horizonte, cuando detrás suyo escuchó una voz:
- ¡Eh, Zabini! Que raro no verte con el otro grupo de hienas...
Blaise suspiró e ignoró, se decidió a no decir absolutamente nada, no quería entrar en discusión con unos idiotas, pero la irritación que sentía lo estaba embargando, aunque de momento pudo controlarla.
- Si si... Pensamos que te escudarías en las demás serpientes pero te encontramos solo... Creo que nos divertiremos haciendo lo que haces con esos pobres niños de primero...
El chico casi sin verlos, podía darse cuenta de que los tarados estaban sacando sus varitas, sonrió de costado y pensó: "Pobres infelices...", pero una última voz lo descolocó totalmente... Una que dijo:
- ¿Como está Pansy? Si, lo sé... Muy buena, seguro que un día de estos me la cojo, con lo puta que es...
El joven Serpiente dio media vuelta, enfurecido, para encontrarse encarando a tres Leones de su mismo curso, con rapidez desenfundó su varita y con rabia exclamó:
- ¡Tempestas!- dicho esto de su hermosa y oscura varita de ébano, salieron tres poderosos rayos eléctricos que dieron con rapidez contra los Gryffindors, que apenas pudieron defenderse y salieron disparados hacia atrás. El joven mantuvo el hechizo, enfocando todo su odio, toda su irritación en él, causándole severos daños a los tres imbéciles al mismo tiempo... Comenzó a oler a carne quemada, cuando suprimió el hechizo.
Los tres Leones, antes altivos y orgullosos, ahora no eran nada más que unos pobres gatitos rostizados, que a duras penas pudieron levantarse y salir corriendo de allí... Zabini sonrió de costado con orgullo: Nadie iba a pisotearlo o insultarlo a él o a sus seres queridos, jamás.

Era increíble el maravilloso efecto positivo que tenía para Blaise poder deshacerse de esos estúpidos Leones que quisieron dejarlo en ridículo... En cierta medida era agradablemente irónico, como tenúa la facilidad de invertir papeles. Los ridiculizadores se conviertieron en ridiculizados gracias a los rápidos reflejos de Zabini... Bueno, no por nada estaba catalogado como el mejor duelista de la casa Slytherin, y uno de los más talentosos y experimentados combatientes de Hogwarts.
Si bien, Blaise era un chico que no solía recurrir muy frecuentemente a la violencia explícita, sin duda los malditos de Gryffindor ya habían rebasado sus reservas de paciencia... Y la verdad, Blaise poseía mucha paciencia, solamente que no le gustaba que tocasen de cualquier manera a sus seres queridos y eso, sumado a la frustración que venía sintiendo desde antes resultó una especie de combinación explosiva...
Mientras suspiraba con cierta agitación y veía como los muchachos estaban inconscientes y se retorcían en el suelo entre gemidos de dolor, el joven Slyhtein escuchó unos aplausos... Alguien había visto la brevísima refriega y apartentemente lo felicitaba por su actuación...
El muchacho se acercó, cautelosamente, a la mujer, con la guardia en alto dada su desconfianza natural con casi todo el mundo, pero sin demostrar ninguna intención de daño o agresividad para con la fémina.
- Muchas gracias...- le dijo cuando mencionó su talento y añadió: -En verdad no fue tan difícil... Solo tenía que saber cuanod atacar y moverme lo suficientemente rápido. Juega a mi favor que, sin exagerar, soy muy ágil. - luego de esto la observó de arriba abajo y dijo:- Que raro ver a una persona por aqui un domingo... Tenía entendido que los trenes no funcionaban este día... ¿Cómo se llama usted, señorita? Mi nombre es Zabini... Blaise Kyle Zabini.

El joven Zabini escuchó el nombre de su interlocutora y el asunto por el que estaba allí... Claro, viniendo ella de Francia probablemente no supiera que en Inglaterra los domingos los trenes no funcionaban, ni siquiera los del mundo mágico. Suspiró ligeramente y dijo:
- Personalmente prefiero llamarle Sam o simplemente Samantha si me lo permite... Leo me parece demasiado masculino para una mujer tan hermosa como usted.
Luego, ante el llamado que ella le hizo con su dedo, Blaise se acercó, aunque de manera cautelosa. Si bien no veía malas intenciones en Samantha, uno no se podía confiar tan simplemente. Arqueó una ceja cuando vio que sacaba la botella de whiskey de fuego, le daba un trago y se la tendía. El joven la tomó con sus manos y dio un largo trago directo del envase, el ardiente licor calentó su garganta y despertó un poco más sus sentidos. Luego del trago, le devolvió la botella a la mujer para luego suspirar, ante la pregunta que le hizo, negó con la cabeza y le dijo:
- No, señorita... No espero a nadie. La verdad vine a la estación para tener un lugar más tranquilo en el cual deshacerme de ese trío de idiotas. Me di cuenta que me seguían desde que empezaron a hacerlo en la salida de Las Tres Escobas. - sonrió con algo de malicia mientras se relamía para tomar las últimas gotas de licor que quedaron en sus labios. - Me subestimaron y lo pagaron como unos imbéciles.

Blaise se extrañó un poco al escuchar el nombre del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Acheron Lionheart... ¿Qué tenía él que ver en todo esto? ¿Acaso Samantha lo conocía? Todo parecía indicar que sí, si hubiese sido de otra manera seguramente ni lo hubiese nombrado. Pero bueno, de todas maneras, no estaba por la labor de hablar acerca de ese hombre, sino era claro está, en el sentido de sus enseñanzas y de la asignatura que impartía. No le gustaba "desacralizar" por así decirlo, la figura docente hablando de cosas triviales y cotidianas sobre la vida de un profesor, aunque saber que tipo de relación unía a Samantha con Acheron le despertaba cierta curiosidad.
- En efecto...- respondió ante lo que ella dijo - Conozco al profesor Lionheart y es nuestro profesor de Defensa. Sus clases son... interesantes. - aunque decir "interesantes" Blaise sabía que era decir poco... El solo recordar la tortura a la que se vio expuesta aquella asquerosa Hufflepuff con el Sectumsempra Maxima lo hacía relamerse de gusto. Generalmente no lo demostraba, pero en realidad, la mente de Blaise funcionaba a un nivel bastante más sádico y retorcido de lo que sus actitudes corteses y galantes podían mostrar.
Luego esbozó una sonrisa orgullosa para responderle a lo primero que dijo:
- Muchas gracias por el vaticinio de que seré un gran mago... Trabajo muy duro para lograrlo. - y en broma añadió: - Creo que varias organizaciones, tanto adeptas a la magia oscura como al orden mágico se morirían por tenerme entre sus elementos... Una lástima porque no me gusta que me digan lo que pensar o hacer, prefiero actuar independientemente y según mi propio criterio...
Con lo que dijo era obvio que se refería tanto a los Mortífagos como a los Aurores y lo que decía, si bien lo decía en tono de broma, era bastante real. Si algo veía de malo en esas organizaciones era que se tenía que seguir reglas estrictas: en la primera lo que dijese lord Voldemort y en la segunda lo que dijese la ley mágica, y no gracias, era demasiado joven y demasiado orgulloso como para andar siguiendo las reglas de alguien ajeno a sí mismo.
Para entablar un poco más de conversación le preguntó:
- Usted es de Francia, me ha dicho, entonces... ¿Qué la trae a Inglaterra? ¿Que relación tiene usted con el profesor Lionheart?

El chico sonrió de costado cuando Samantha le corroboró el hecho de que en verdad sería un integrante valioso de cualquier organización, lo que le llevaba a preguntarse... ¿De qué lado estaría Samantha? Bueno, teniendo en cuenta que tenía relación con Acheron y la clase de magia que el profesor Lionheart enseñaba, no creía que estuviese involucrada con demasiadas cosas buenas o representantes del orden como los Aurores y si así era, sería de un modo muy poco ortodoxo, lejos de la figura clásica del Auror benefactor.
Escuchó la clase de relación que unía a Samantha con el profesor... Así que él era su padrino y eso la... ¿sonrojaba? Si, Blaise se dio cuenta al instante, era muy perspicaz y mucho más cuando se trataba de mujeres, aún cuando dichas mujeres no le llamasen demasiado la atención. No necesitaba Legeremancia para darse cuenta de las cosas y al ver el sonrojo algo le provocó una sonrisa, no burlona sino extraña... como comprensiva, aunque no sabía muy bien que era lo que se suponía tenía que comprender.
Cuando la mujer habló de si ella podría acompañarlo al volver al colegio, el joven se encogió de hombros y le dijo:
- Por supuesto señorita... Claro que puede acompañarme. Por cierto ¿quiere dar un paseo? Aún nos queda tiempo de volver a Hogwarts.
Dicho esto, y sabiendo que no había peligro porque los trenes no funcionaban, bajo del andén y se puso haciendo equilibrio en uno de los rieles de las vías. Miró a la mujer aún en el andén y sus bolsos de viaje y equipaje:
- Haga desaparecer su equipaje... Devuélvalo a su casa o habitación... Me temo que hoy no podrá tomar ningún tren. Las estaciones de tren son cementerios los domingos. - dicho esto comenzó a caminar sobre el riel en dirección a la gran abertura por la que normalmente los trenes abandonaban la estación hacia campo abierto, haciendo gala de un impresionante equilibrio que zozobraba unas pocas veces, pero que la gran mayoría del tiempo se mostraba firme y seguro sin desviarse de la delgada línea de metal, ni poner un pie sobre la vía en sí misma.